Soñando despierto

No puedo abrir los ojos. Pesados como telones de acero me condenan a una doble oscuridad. Quisiera ver la noche que me envuelve, buscar las rendijas que la luz encuentra para crecer, como si fueran plantas imposibles ascendiendo entre el asfalto.

Las sombras me arrastran a tus dominios. Me muestras las armas que alegremente esgrimen mis manos y las depositas como pruebas en la mesa del juez, me acusas sin titubeos, sin que te tiemble la voz, me observas desde las tinieblas, puedo sentir tu ruidosa respiración, el aire que lucha por entrar y salir de tu cuerpo deformado.

La sierra devasta el mundo a su paso sin respetar estructuras, la sangre se derrama sin medida y no esconde su crimen.

Intento hacerme con el control de mis pesadillas, construyo una barca que me aleje del peligro, pero el mar está rabioso, me armo con la audacia de un hombre acostumbrado a la mar, pero pronto me doy cuenta de mi error, siento que me persiguen imperiosamente, el sonido de los tambores se escucha más fuerte y más profundo. Pido crédito a la fuerza que pueda salvarme esta noche, los intereses que tendré que satisfacer son desproporcionados, pero firmo al instante.

Los golpes se suceden interminablemente, cuando pienso que la tregua está entrando en escena, vuelve a esconderse bajo el puente, un gato negro me mira fijamente. Será el testigo de un crimen, las imagenes que retiene su cerebro se desvanecen al instante como gotas de lluvia en el océano. Bajo la manta, sin duda duerme la misma persona de siempre.

Pero en realidad esto es solamente un sueño, estoy jugando a ser vencido, inventando dificultades para poder llegar a superarlas. Esta noche es un invento, con el poder que me ha sido otorgado convoco la última imagen como testigo de la defensa.
Joaquín me mira sin miedo. Conoce el frio del viento y el calor del regazo de su madre. Con eso le basta.

Como a mi.