La cueva

Tal vez sea cierto que buscamos problemas porque sencillamente necesitamos encontrar las soluciones que encierran. Es la razón de la existencia de un puzzle o de un crucigrama. Puede ser que sea el motivo que nos impulsa en esta ocasión a inspeccionar la profundidad de la tierra. Una vez que la oscuridad absoluta lo protagonice todo pretendemos regresar a la luz. Quizás el enorme contraste entre el mundo interior y el exterior nos pueda descubrir nuevas perspectivas. Para ello buscamos el momento, nos equipamos adecuadamente y descendemos a la boca de la cueva.
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Salvado el primer obstáculo nos reagrupamos para afrontar los primeros tramos. Entramos en el reino de la noche. Pisamos un terreno que nunca vio la luz del sol.
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Llegamos a una sala muy amplia donde se puede ver algo de luz. Es el principio del final de la aventura.
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En el exterior recordamos los tramos difíciles. Saciamos el hambre de luz y hacemos nuevos planes para el futuro inmediato. El movimiento nos impulsa a formar parte de su inercia. La conquista del tiempo empieza por reconocer lo que nos enriquece. Ya hemos dado algunos pasos y sabemos el peso que habrá que soportar al siguiente. Fue un día estupendo. Quiero agradecer a nuestros guías Tito y Pablo que sembraron el camino con su buen humor y extraordinaria experiencia. Si alguien se anima puede encontrar el rumbo y toda la información necesaria en esta página: www.deporventura.es
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Roberto Molero

4 comentarios

  1. Vaya reportaje mas chulo!!
    Te vamos a contratar en Deporventura como editor jefe.
    Un abrazo y muchas gracias, con grupos así da gusto…

  2. Ufff lo de la cueva me da «repelus» me encanta el sol, el aire libre, no creo que me apunte pero….me encanta que lo hayáis hecho.

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